El Diario de Curwen Miércoles, 15 noviembre 2017

Smart Beteta y la dimensión de la sátira política

Diseño: Útero.pe

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Karina Beteta Rubín es congresista de la República y militante del partido fujimorista Fuerza Popular. Pero esto no fue siempre así: en el periodo 2011-2016, fue congresista por las filas del partido nacionalista Unión por el Perú. La legisladora pasó muy desapercibida durante su primer periodo como parlamentaria. Esto, creo yo, se debe a meras indicaciones partidarias. Mientras que el nacionalismo solía valerse por cuenta de sus voceros y parlamentarios más mediáticos, el fujimorismo impulsa a cada uno de sus integrantes a adherirse al unísono discordante.

Beteta protagonizó muy pocos episodios polémicos durante el mandato nacionalista. El más reconocido y estridente ocurrió en marzo del 2009, cuando, usando su investidura, hizo entrega de un reconocimiento a la periodista de espectáculos -hoy figura importantísima de Latina- Magaly Medina. Beteta, entonces presidenta de la Comisión de la Mujer, justificó su accionar aduciendo que Magaly “era una representante y un ejemplo de la libertad de expresión, así como también un ejemplo de mujer provinciana”.

Las aristas colaterales de lo ocurrido también fueron desmenuzadas por la prensa. El oficio que justificaba la premiación de Medina, escrita por la misma Beteta, fue ridiculizado en “Enemigos Públicos”, programa conducido por Beto Ortiz y Aldo Miyashiro. La abrupta cantidad de errores ortográficos y gramaticales fueron los principales motivos de la burla.

Una situación completamente diferente se viene llevando a cabo en el actual Congreso. Beteta, miembro no protagónico -pero contable- de la bancada fujimorista se ha dedicado a denunciar, acusar y difamar activamente a cualquier opositor de su partido. Estas acusaciones se realizan en sesiones del pleno del Congreso o a través de Twitter, la principal red social utilizada por ella. Su inmunidad parlamentaria viene siendo más utilizada que antes.

Solo para mencionar algunos ejemplos: acusó al exministro de Educación, Jaime Saavedra, de querer implantar la “ideología de género”. Calificó de corrupto, en reiteradas ocasiones, al periodista Augusto Álvarez Rodrich, acusó de proterroristas y simpatizantes de Sendero Luminoso a distintos usuarios civiles de Twitter que discrepaban de sus declaraciones. El bajo nivel de argumentación, el absurdo de sus declaraciones y la enorme cantidad de calificativos en sus mensajes empezó a generar muchas burlas en su contra.

Entonces apareció la burla más importante de todas. En octubre de este año, en Twitter, se creó la cuenta @smartbeteta o Beteta Inteligente. Un desconocido decidió utilizar un mecanismo de defensa ciudadano bastante recurrente en redes: crear una versión parodia de un político o un personaje público. Líderes mundiales como Donald Trump (@magnateUSA), Ángela Merkel (@gobernoalem), Vladimir Putin (@putinzar) y Mauricio Macri (@Maumacrii) también poseen alteregos digitales humorísticos.

Pero el caso de Beteta Inteligente es especial. Y es especial porque ha establecido un punto de quiebre en el humor satírico digital nacional. Si bien las versiones parodias de los líderes políticos mencionados anteriormente no hacen más que acentuar características reconocidas de los mismos (Putin como “macho alfa” montado en un oso o Donald Trump lanzando comentarios racistas), Beteta Inteligente hizo lo contrario.

Para empezar, creó una versión completamente opuesta a la verdadera. Una especie de antónimo, un personaje ubicado en las antípodas de todas sus características. Así, mientras Karina Beteta repite los mismos adjetivos ofensivos (corrupto, mermelero, terruco) a cualquiera que presente una opinión contraria, Beteta Inteligente ha sabido vencer a sus enemigos en debates alturados presentando nada más que argumentos libres de falacias constituidos por vocablos que denotan pericia intelectual.

Pero esa es solo la punta de iceberg. Los valores y las ideologías de ambas son abismalmente opuestos. Karina Beteta es conservadora, creyente y ferviente fujimorista. Beteta Inteligente es feminista, atea y de izquierdas. En muchas ocasiones, la cuenta parodia ha sido autora de frases sociales masivamente compartidos: “País de violadores es una sinécdoque disfemística que no generaliza, como es obvio para cualquiera con una sindéresis gramatical básica”. Este tuit, publicado el 24 de octubre, fue compartido 532 veces y gustado 1,099.

El autor (o autora) de la cuenta no solo creó un personaje sino también un universo adyacente, un mundo caracterizado por seguir rumbos opuestos en los hitos históricos más representativos de nuestra historia republicana. En esa “dimensión”, las elecciones de 1990 las ganó Mario Vargas Llosa, Alan García se encuentra en prisión por las coimas de Sergio Siragusa, Keiko Fujimori trabaja en un Starbucks como administradora, Luis Castañeda se encuentra en prisión desde Comunicore y Cecilia Chacón fue a parar tras las rejas luego del juicio por enriquecimiento ilícito.

Beteta Inteligente ha calado tanto en la coyuntura nacional que ha sido protagonista de dos columnas de opinión y una nota informativa de un diario. Así, el escritor y periodista Renato Cisneros, en su columna “Inteligencia artificial”, señala lo siguiente:

“Esta Beteta imaginaria nos recuerda una verdad de la Literatura: los personajes ficticios, cuando son empáticos, cuando cubren una expectativa no satisfecha, cuando encarnan verosímilmente un valor o incluso un antivalor, se vuelven modélicos y cobran vida propia. De ahí, por ejemplo, que se hayan levantado por todo el mundo monumentos para homenajear a criaturas inventadas, como si esas hubiesen existido: el Quijote de Cervantes, el Sherlock Holmes de Conan Doyle, el Hamlet de Shakespeare”.

Por su parte, Andrés Calderón, abogado y comunicador, describe un escenario ficticio de Beteta Inteligente en su columna «Congreso Smart», de El Comercio:

“A continuación venía la esperada exposición de la parlamentaria Smart Beteta. Ella iba a presentar el proyecto de reglamento de procedimientos parlamentarios. Por primera vez en la historia del Legislativo se emprendía un esfuerzo sincero de autorregulación. La iniciativa incluía, entre otras cosas, la eliminación de la inmunidad parlamentaria en el caso de injurias y calumnias a terceros fuera del contexto de debate legislativo, el levantamiento obligatorio de los secretos bancario y tributario para quienes postularan al Congreso, y la sanción a los parlamentarios que se ausentaran de las sesiones de comisiones y de pleno en las que hubieran invitados”.

Beteta Inteligente ha establecido un nuevo estilo de humor en las redes sociales peruanas. Mientras que antes se solían crear cuentas ofensivas que intensificaban las peores características de los políticos, hasta el límite de la agresión, a partir de Beteta Inteligente se ha proliferado un nuevo estilo de sátira que opta por el homenaje de sus carentes cualidades en lugar del insulto y la burla. La aparición de otros personajes similares como “Bienleído Ramírez”, “Tubino Tolerante” y “Keiko Trabajadora” lo demuestran.

La verdadera Karina Beteta ha manifestado su incomodidad ante la cuenta parodia. Pero eso no es todo: también se ha enfrentado a ella. A inicios de noviembre, Beteta Inteligente y Karina Beteta tuvieron un intercambio de palabras que evidenció que la congresista, la verdadera, tenía conocimiento de la cuenta parodia: “Disculpa, esto (sic) no es tu universo, ¿o eres caviar? Sino consulta con el hijo del “Gaucho”, increpó la parlamentaria. El momento, como era de esperarse, fue celebrado por cientos de seguidores.

El humor peruano, basado principalmente en el improperio y la violencia, suele dejar de lado los personajes y los monólogos preparados con cautela. Que “Camotillo el tinterillo”, personaje de humor político creado por Tulio Loza en los años ochenta, siga siendo el último referente de humor debidamente preparado y guionizado, nos dice que este ha sido dejado de lado por los creativos. No obstante, Beteta Inteligente y su enorme nivel de aceptación (casi 6 mil seguidores en poco más de un mes), nos dice que hay un público dispuesto a aceptar parodias y sátiras preparadas. O tal vez hay ciudadanos esperanzados en que la utopía intercambie de lugar con la realidad.