denuncia , El Diario de Curwen , noticias , sociedad , violencia Martes, 16 mayo 2017

Lo que Edu Saettone no logra entender

Eran las seis de la mañana del jueves 23 de agosto del 2012. Una camioneta azul, manejada por un famoso presentador de televisión, golpea a una mujer que espera en el paradero. El golpe resulta tan fuerte que la mujer queda inconsciente en el pavimento. El presentador baja del carro, confundido y asustado. No sabe qué hacer. Ve a la mujer tirada en el pavimento. La levanta e intenta reanimarla, pero nada sucede. La suelta y la deja caer. Vuelve a levantarla, intenta despertarla y despertarse de la pesadilla, pero no reacciona. Tal vez esté muerta, tal vez se recupere pronto y todo quede como un mal recuerdo. Son muchos pensamientos para tan pocos segundos. De lo único que está seguro es que nada volverá a ser igual.

El hombre que maneja el vehículo es Eduardo «Edu» Saettone Arróspide, un carismático showman de la televisión peruana, reconocido por conducir distintos espacios dedicados a la música y por ser vocalista de Los Dickens. Edu es músico; canta, toca la guitarra y compuso alguna que otra canción para su banda. Es amigo y conocido de muchos grupos peruanos de rock, productores, actores, músicos y dueños de pubs. Ser presentador del Jammin, emitido por Plus Tv, le permitió introducirse sin problema en el mundo de la televisión peruana y su élite.

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Foto: RPP

La mujer inconsciente se llama María Elena Coronado, tenía 69 años y toda la familia coincide en que era una madre y abuela maravillosa. María había pasado la noche en casa de una de sus hijas cuidando al nieto. A las seis de la mañana salió para volver a su casa y tomar desayuno con su esposo. En cuarenta y ocho años de matrimonio jamás había roto con la tradición. María fue golpeada por la camioneta de Edu cuando esperaba por el bus que la llevaría a casa. Cinco días de agonía después, murió. El golpe generó un traumatismo encefalocraneano severo. No había nada más que hacer.

A partir de este punto, la familia de Edu y de María vivirían escenarios muy distintos. Eduardo acudió a la comisaría y realizó el procedimiento correspondiente. Seis horas después recuperó su vehículo. Al día siguiente, volvió a la estación de radio donde laboraba y continuó con la emisión de su programa. Al ser entrevistado por los medios de comunicación, Eduardo se justificó de la misma forma que se sigue justificando hasta el día de hoy: la pista estaba mojada, manejaba a menos de 40, una combi invadió su carril y ocasionó que pierda el control. Nada fue su culpa, todo fue un accidente que podría pasarle a cualquiera.

Por el lado de la familia de María no había mucho que hacer. La esposa, madre y abuela había muerto y solo quedaba sepultarla. La familia jamás recibió una llamada o una visita de Edu, pero sí una llamada de su abogado. El hombre indicaba que su patrocinado tenía todas las intenciones de arreglar. Pagarles para evitar mayores problemas. ¿Cuánto dinero sería suficiente para pasar todo por alto? Las hijas de María respondieron que no estaban interesadas.

El entierro se llevó a cabo y el mismo día decidieron cuál sería el siguiente paso: la justicia. Eduardo Saettone ocasionó la muerte de María Elena Coronado y por lo mismo debería ir a prisión. Meses después, la Policía elaboró un atestado por el delito de homicidio culposo y la Fiscalía provincial penal de Lima denunció a Saettone por lo mismo. Edu no fue a dos de las citaciones, se justificó diciendo que tenía mucho trabajo. En noviembre del 2012, Saettone escribió un extenso post en Facebook por todo lo ocurrido: pedía las disculpas de la familia de María, explicaba que no se había acercado porque los abogados se lo recomendaron y culminó anunciando su alejamiento de la radio.

El 2013 prometía ser un mejor año para Edu. Matías Brivio, conductor de Esto es Guerra, el reality juvenil más sintonizado y cotizado del momento, renunció al programa. En una peculiar ceremonia llevada a cabo en vivo y en directo, Saettone juró como nuevo conductor y líder de Las Cobras. La fama y el dinero habían vuelto. El programa llegaba hasta los rincones menos pensados del país y alcanzaba picos inimaginables de rating. Edu no solo volvió a estar de moda; se convirtió en una. Miles de escolares iban a clases con el rostro del conductor estampado en la caratula de sus cuadernos y libros. Mientras tanto, la familia de María seguía esperando por verlo en prisión.

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Foto: América Tv

Al año siguiente volvieron los problemas. En diciembre del 2014, al no presentarse en la lectura de sentencia, el Juzgado Especializado en lo Penal ordenó su captura al declararlo reo contumaz. Edu apareció para decir que había cumplido con lo que debía cumplir y la orden de captura fue levantada. El juzgado dictó cuatro años de prisión suspendida, pero la familia de la víctima volvió a apelar por una sanción más severa. Saettone continuó trabajando, pero dormía con un ojo abierto. El Jammin regresó a las pantallas y reclutó a su conductor estrella, pero la recepción del público no era la misma. ¿Ese no es Edu Saettone, el que atropelló a una viejita? ¿Qué hace en la tele? ¿Por qué no está en la cárcel?

El castillo terminó de derrumbarse en agosto del 2016. La jueza María Contreras sentenció a Saettone a cuatro años de prisión efectiva por el delito de homicidio culposo, deberá ir a prisión, pagar S/50 mil de reparación civil y estará inhabilitado para conducir de por vida. Dos días después, un hijo de la víctima, Luis Galeno, declaró para los medios de prensa después de mucho tiempo y aseguró que Saettone había dilatado el proceso cambiando de abogado más de diez veces y no acudiendo a los llamados del Poder Judicial. Por esos días, la hermana de Edu, Daniella Saettone, se convirtió en tendencia. Para ella, la nueva sentencia era injusta. Su hermano había pasado ya por suficientes problemas y hostigamientos y era momento de dejarlo en paz. La publicación culmina así: «Termino repitiendo –nuevamente- que MI HERMANO, EDU SAETTONE, ES INOCENTE. Y lo queremos incondicionalmente».

Desde entonces, Eduardo Saettone, el presentador y músico, el hermano y amigo, estuvo prófugo de la justicia. La sentencia cambió porque se llegó a la conclusión de que esa camioneta no pudo haber estado yendo a 40. Y es que resulta poco probable que un vehículo pueda dar una vuelta tan larga y tan violenta a tan poca velocidad. Saettone había seguido su vida sin mostrar ni un ápice de solidaridad con la familia afectada. A pesar de la sentencia a prisión efectiva, la familia decidió volver a apelar. Cuatro años no eran suficientes para que un conductor que ocasionó una muerte recupere su libertad.

Poco menos de un año después, lo inesperado sucedió. El 21 de marzo del 2017, la Cuarta Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Justicia de Lima le cambió la sentencia a Edu. Ya no iría cuatro años a prisión, ahora cumpliría su sentencia de forma suspendida. Pagaría más dinero de reparación civil, el doble (100 mil soles), pero la inhabilitación se redujo a la duración de la condena. De un momento a otro, el reloj de arena se había volteado otra vez a favor del acusado. El domingo 14 de mayo, Saettone apareció en un dominical y explicó la razón por la que estuvo prófugo: la sentencia le parecía desproporcionada y no la aceptaba. En cierto punto de la entrevista, la periodista Rosana Cueva le preguntó por qué no había decidido entregarse y la respuesta de Saettone fue:

«Yo no iba a excesiva velocidad, yo no estaba bajo la influencia del alcohol o de alguna sustancia, yo asistí a la señora hasta que llegó a la ambulancia. Es un accidente que le puede ocurrir a cualquiera».

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Imagen: Captura Youtube Panorama

Después de su defensa en Panorama fue cuando me di cuenta de algo: Saettone de verdad está convencido de que lo ocurrido puede pasarle a cualquiera y de que no es culpable de nada. También piensa que su versión de los hechos es lo suficientemente sólida para convencer a la ciudadanía de que todo, excepto él, ocasionó la muerte de María Coronado. Si las calles estaban tan húmedas y «parecían un jabón», debió haber conducido con el doble de cuidado de lo habitual. La distancia recorrida por el vehículo, y el giro que dio, demuestran una perdida total del control del vehículo, algo que no sucede a 40 km/h. Si el bus de transporte público cerró el paso a su camioneta e impidió que reaccione a tiempo, significa que no se guardó la distancia adecuada con el vehículo.

El haber enviado al abogado para intentar enmendar la situación con dinero (porque los abogados trabajan bajo las órdenes de su cliente) demuestra la poca o nula empatía del exconductor. El no haber intentado siquiera hacer llegar sus condolencias hacia la familia agraviada demuestra lo mismo. El haber faltado a citaciones de la Fiscalía y el haber estado prófugo de la justicia demuestran que no tenía intención de colaborar con esta. El haber sido declarado reo contumaz lo demuestra. No creo que sea justo llamarlo asesino. No creo que Eduardo Saettone haya decidido acabar con la vida de una persona inocente sin motivo alguno y de una forma tan atroz. Pero, vamos, todo lo que hizo después si demuestra (y con creces) que no tuvo -ni tiene- intención alguna de acatar lo que dicta la justicia.

Saettone sostiene que fue un accidente que le hubiera sucedido a cualquiera, pero no acepta la sentencia que cualquiera -que no tiene ni su dinero ni su fama- tendría que aceptar. Si hubiera aceptado, como cualquier otra persona, lo que dictó el juez, ya todo habría terminado. Saettone se encontraría en los últimos meses de su condena o ya estaría en libertad. Pero por pensar que la justicia debe acomodarse a sus necesidades, por pensar que merece un trato especial y por burlarse de la misma, la pesadilla continúa.