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El miedo como estrategia de los #ConMisHijosNoTeMetas

Una de mis novelas (y películas) favoritas es La Niebla, escrita por Stephen King en 1980. Este libro demuestra la gran influencia que fue Lovecraft para King, quien solía emplear el miedo a lo desconocido y la locura eterna como desenlace de sus historias. La Niebla nos cuenta la historia de una pequeña comunidad de Estados Unidos que, de un momento a otro, amanece cubierta de una densa niebla que nadie podía explicar.

El terror aumenta cuando las personas empiezan a desaparecer. Nadie sabía qué ocurría dentro de la niebla, o qué había detrás, el miedo aumentaba cada vez más cuando nadie parecía dar una respuesta clara a lo que ocurría. Docenas de personas se encontraban comprando abarrotes en un supermercado cuando, de pronto, de la niebla sale un hombre ensangrentado advirtiendo que algo se aproximaba. El hombre no llegó a entrar a la tienda porque algo lo arrastró y fue entonces que los compradores decidieron atrincherarse. Es a partir de aquí que la verdadera historia comienza.

Un personaje muy particular se convierte en protagonista. La señora Carmody era una mujer común y corriente con remarcadas creencias religiosas. La comunidad la identificaba por su fanatismo, su intransigencia y la costumbre de andar siempre con la Biblia. La señora Carmody hubiese pasado desapercibida en cualquier otro momento, la loca religiosa del pueblo era escalofriante, pero inofensiva. Pero en ese caso, con un grupo de gente aterrorizada que solo esperaba por un milagro que los salve, sus palabras y sus citas entorpecidas de pasajes bíblicos comenzaron a ser cada vez más tomados en serio.

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Aquí la mencionada. Muy simpática ella. Foto: TumbaAbierta.com

Al principio pedía arrepentimiento ante Dios y oraciones debido al apocalipsis en el que se encontraban, pero cuando entendió que se había convertido en una líder y que las personas hacían lo que decía al pie de la letra cambió por completo. La señora Carmody recordó los pasajes más violentos del antiguo testamento y sugirió que se empiece a realizar sacrificios humanos ante «la bestia». Los ciudadanos, aterrados y dispuestos a intentar cualquier solución por absurda que sea, hicieron caso y empezaron a sacrificar personas inocentes. Incluso a matarlas antes de entregarlas. En cierto punto de la historia llegó a pedir el sacrificio de un niño.

Son dos características muy puntuales las que llaman mi atención de esta película, pues algo muy similar ocurre con el colectivo fanático #ConMisHijosNoTeMetas.

Para empezar, la campaña de miedo. Si el colectivo dijera que no quiere que existan homosexuales, que no quiere que el Estado reconozca el más mínimo derecho para los gays y las lesbianas porque los consideran enfermos o anormales y que, por alguna extraña razón, rechazan y quieren que desaparezca la palabra «género» de todos lados; el apoyo no sería muy popular. Ser sinceros con lo que quieren, porque eso es lo que quieren, no traería buenos resultados y muchos los tratarían como la gente trataba a la señora Carmody: como locos.

Pero, ¿y si maquillamos un poco a nuestras verdaderas intenciones? Si decimos que no queremos «ideología de género», si decimos que no queremos que el Estado confunda a nuestros hijos con términos extraños que los conviertan en homosexuales, si inventamos y decimos que no queremos que un profesor le hable sobre sexo anal a mi hija de 3 años, que no queremos que le entreguen condones y pastillas del día siguiente a niños pequeños y que no queremos que les enseñen que pueden decidir si ser hombre o mujer, los resultados serían mucho más favorables.

Y eso es exactamente lo que está sucediendo.

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Algunos de los tantos panfletos repletos de mentiras que se están repartiendo.

Lo segundo que me preocupa, y mucho, es el razonamiento de los líderes de esta campaña. José Linares, pastor evangélico que lidera este movimiento, se ha dedicado a lanzar comentarios que demuestran, entre tantas cosas, su profunda homofobia y lo dispuesto que está a impedir que otras personas tengan libertad. Linares no solo exige la renuncia de un obispo por pedir derechos para la comunidad gay, también asegura que la ideología de género es, ¿peor que el aborto?

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Imagen: Captura Twitter

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Por exigir derechos. Imagen: Captura Twitter

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No sabíamos que el señor José Linares tenía útero y había pasado por un aborto. Imagen: Captura Twitter

El esparcir miles de mentiras en redes y en la vida real sobre las supuestas intenciones del Currículo Nacional ha logrado, entre tantas cosas, que muchas personas que jamás simpatizarían con los fanáticos religiosos decidan unirse por la homofobia en común. Es poco probable que alguien, en su sano juicio, reclame por un currículo que pida algo tan sencillo como igualdad de oportunidades para los hombres y mujeres. No obstante, es muy, pero muy probable que alguien acostumbrado a leer titulares y dejarse llevar por rumores de redes salga a marchar por razones falsas. Me pregunto de qué sería capaz este colectivo fanático si llegara al poder, como lo hizo en algún momento la señora Carmody.

La «ideología de género» es la niebla que estos fanáticos necesitan para confundirlo todo, generar miedo y convertirse en líderes. Pero, a diferencia del libro, nosotros sí sabemos de dónde salió. La inventaron ellos.