El Diario de Curwen Lunes, 17 octubre 2016

Leamos con detenimiento el tuit de la congresista fujimorista Karina Beteta

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Fuente: Captura Twitter

Lo primero que se observa es su fanatismo religioso. «Dios sabe por qué hace las cosas», asegura la congresista, refiriéndose al comunero muerto en Las Bambas, producto del último enfrentamiento con la policía. La muerte de un hombre en un conflicto social solo puede significar una cosa: el completo descontrol y la falta de planeamiento por parte de las autoridades correspondientes. Pero para la congresista, es un acto de dios.

Sigamos observando. «Si hubiera sido en gobierno de Keiko, los rojos ya hubieran dicho genocidas, pero en gobierno de aliados, mudos». Es decir, el hombre muerto, para la congresista, no representa más que una nueva oportunidad de reprocharle a las personas el no haber elegido a Keiko como presidenta. Esto demuestra la indiferencia, poco tino y total falta de empatía.

Lo peor de esta historia son las dos conclusiones a las que llego. Para empezar, la congresista, al tuitearlo, está completamente segura de que sus afirmaciones son válidas. La muerte de un ser humano forma parte del plan psicópata de un dios.

Lo segundo es que es una congresista; es una persona que nos representará en el parlamento por cinco años. Si se tratara de la opinión de una persona ajena al poder, el comentario no merecería más que un lamento. Sin embargo, al tratarse de una persona que -de una u otra forma- tiene poder, me preocupa. Me preocupa saber que personas con pensamientos de la edad medieval tengan el poder de formular proyectos de ley y que formen parte de una bancada autoritaria.

Debería preocuparnos a todos.