El Diario de Curwen Martes, 27 septiembre 2016

Decidí ir a visitar el mausoleo de Sendero Luminoso

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Foto: Útero.Pe

Antes de salir, como suelo hacerlo siempre, revisé el mapa para calcular el tiempo que me tomaría el recorrido. El tramo era largo -desde San Miguel hasta Comas- y pensé que tardaría mucho; sin embargo, llegué en poco más de cuarenta minutos. Lo primero que puedes ver al llegar es un enorme grupo de vendedoras de flores agrupadas en el lado derecho del cementerio. En el lado izquierdo encuentras una pequeña playa de estacionamiento y un extraño bloque de sesenta nichos. Le pregunté a una de las vendedoras ambulantes por qué colocaron -o permitieron que se coloquen- tumbas afuera del cementerio, pero su respuesta fue un movimiento de hombros y una risa dubitativa. No tenía idea. 

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Foto: Útero.Pe

La mujer a la que le preguntamos era bastante mayor, así que decidí pedirle más información al resto de vendedoras. Una de ellas, la más extrovertida, nos recomendó comprar botellas de agua helada antes de que entremos, ya que «de seguro íbamos a caminar mucho». Acepté y le compré dos. Aproveché el momento y la repentina confianza para hacerle varias preguntas: ¿Hasta qué hora funciona el cementerio? ¿Existe algún tipo de seguridad que resguarde el recinto? ¿Quién está a cargo del lugar? ¿Es peligroso? La vendedora me dijo que el cementerio estaba abierto, supuestamente, hasta tarde, pero que nadie respetaba ese horario y todo el mundo entraba y salía cuando quería. También me contó que no hay ningún tipo de seguridad, solo una pequeña oficina de atención que funciona muy rara vez. Cuando le pregunté si era peligroso, me dijo que ella jamás había tenido ningún problema, pero que tampoco podía asegurarme nada. 

El cementerio es un lugar gigantesco y desordenado; son miles y miles de tumbas aglomeradas unas encima de otras y repartidas por todos lados. Pareciera que fueron ubicadas de forma aleatoria e improvisada. Los caminos que surcan a través de las lápidas y las cruces pueden llegar a ser muy angostos. No me sorprendería que, si alguien resbala por aquí, sufriera graves heridas al caer.

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Foto: Útero.Pe

Mi compañero y yo decidimos buscar el mausoleo por nuestra cuenta. Acordamos que si no lo encontrábamos en veinte o treinta minutos, recién pediríamos que nos digan dónde estaba ubicado. Caminamos, primero, por el lado izquierdo del cementerio. El suelo estaba lleno de basura poco habitual: latas de cerveza, cajetillas quemadas de juegos pirotécnicos, botellas de pisco vacías y hasta restos de lo que alguna vez fue una piñata. En cierto punto del trayecto pude ver cómo un hombre bebía una botella de cerveza mientras escuchaba una radio y conversaba con una tumba. Mi colega, más experimentado que yo, me explicó que eran costumbres de otras regiones que no deberían llamar mi atención.

Luego de treinta minutos de búsqueda, nos rendimos. El mausoleo no estaba por ninguna parte y lo más parecido que habíamos hallado era una capilla de material noble que albergaba el cuerpo de una familia entera. Iba a ser imposible encontrarlo por nuestra cuenta así que, tal y como lo habíamos acordado, comencé a preguntar por su ubicación. Las personas se mostraron incómodas ante la pregunta. Muchos me respondieron de mala manera, me dijeron que no sabían nada e incluso llegaron a ignorarme por completo. Nadie parecía saber -o querer decirme- dónde se encontraba el bendito mausoleo con los restos de los abatidos en El Frontón. Luego de varios intentos, un par de albañiles, en su profunda amabilidad, nos dijeron cuál era la ruta para encontrarlo.

– Vienen por el mausoleo de la televisión, ¿no? Ya lo sabía. Tienes que seguir por todo el camino de la derecha y llegar hasta una capilla. La tumba está escondida en la parte de atrás me dijo.

Al ser nuestra única fuente de información, seguimos sus indicaciones al pie de la letra. Supimos que nos había dicho la verdad cuando encontramos la capilla mencionada. 

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Foto: Útero.Pe

La supuesta capilla no es más que otro mausoleo privado. Supuse que la gente la había bautizado como la capilla debido a su llamativo tamaño. Mientras que el resto de tumbas son pequeñas, sencillas y pasan desapercibidas, esta estructura es una de las más grandes de todo el cementerio. La reja de entrada estaba cerrada, pero pude ver que en el interior se encontraban los restos de tres familiares junto con una enorme cantidad de parafernalia conmemorativa.

En la parte de atrás, muy alejado de todo, finalmente, luego de mucho caminar, encontramos el mausoleo de Sendero Luminoso. 

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Foto: Útero.Pe

Puede que no se note en la imagen, pero para llegar a la reja de la entrada se necesita subir por un enorme montículo de tierra yerma. El mausoleo estaba muy limpio tanto por fuera como por dentro; los alrededores mostraban indicios de haber sido limpiados recientemente y en la parte de atrás pudimos encontrar basura acumulada. Mientras que en el video filtrado por la Policía se pudo ver a un enorme grupo de personas levantando carteles y quemando bengalas de color rojo, cuando llegamos no encontramos nada que nos llame la atención. Un detalle curioso es que al estar muy cerca de la reja, pude sentir un olor nauseabundo y desagradable que emanaba de algún punto desconocido. Intentamos dar con el origen de la pestilencia, pero no tuvimos suerte.

Cuando tomaba fotos de la fachada, ocurrió un incidente que merece ser contado

Estaba tratando de tomar algunas fotos del interior del mausoleo cuando, de pronto, mi compañero se me acercó con la cara pálida. Me dijo que nos vayamos de inmediato y que no le pregunte el porqué. Yo no entendía lo que sucedía, le pedí que se relaje y que me explique qué era lo que pasaba. Me dijo que mire al fondo y fue ahí cuando comprendí su alteración: cuatro hombres, dos de ellos con el rostro cubierto con polos que hacían de pasamontañas, comenzaron a acercarse hacia nosotros. 

Tengo que confesar que me asusté. Más allá de ser víctimas de un robo, sentí temor de que nos maten por andar husmeando en los restos de sus camaradas. Estábamos completamente solos en el cementerio, no habíamos firmado ni registrado nuestro ingreso (así que podrían negarlo con facilidad) y si nos mataban y enterraban en el acto, nadie se daría cuenta hasta días después. Sin embargo, los cuatro hombres se nos acercaron y comenzaron a hablar entre ellos sobre derechos humanos y «burradas cometidas por el gobierno». Después de echar un vistazo al mausoleo, se fueron con las mismas. Luego del susto, y de acusar descaradamente a mi compañero de ser un cobarde, seguí tomando más fotografías.

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Más cerca. Foto: Útero.Pe

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En el interior se encuentran unos cuarenta nichos, la mayoría vacíos y sin nombre. Unos tres o cuatro tienen nombres pintados con plumón azul y solo uno tiene una lápida grabada. Foto: Útero.Pe

Dentro del mausoleo, en el centro, pude ver una figura tallada en piedra que representaba la mitad de un brazo sosteniendo el planeta Tierra. El borde había sido tallado con minucia y mostraba a varias personas apoyando o ayudando al brazo a sostener el mundo. Notamos que en varios nichos se había guardado algunos sobrantes de la ceremonia, pero nos fue imposible ingresar para examinarlos ya que estaba cerrado con candado. Rebuscamos en los restos de basura esparcidos por toda el área, pero más allá de flores marchitas, basura, restos de comida y botellas, no encontramos nada.

En lo personal, creo que el simbolismo del mausoleo es muy potente. A diferencia del resto de lápidas, descuidadas y esparcidas por todos lados, el mausoleo se ubica en un lugar privilegiado y con una vista impresionante. No encontramos ningún tipo de evidencia que demuestre que se haya realizado más ceremonias u homenajes, pero sí encontramos varias etiquetas de velas misioneras. El mausoleo es un santuario para los familiares y/o simpatizantes de un pensamiento nefasto que no debe ni puede regresar a nuestro país, de ahí el porqué de su controversia. ¿Deberían destruirlo? Creo que todos merecen enterrar a sus muertos, pero de la misma forma en la que todos lo hacen.