El Diario de Curwen Jueves, 30 junio 2016

Esto es lo que deberías hacer si quieres ser presidenta, Keiko

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Las dos Keikos. ¿Habrá tercera? Foto: Útero.Pe

Fueron dos campañas multimillonarias en las que recorriste el Perú de punta a punta. Pasaste 10 años de tu vida, caminando de región en región, tratando de asegurar aquellos «votos rurales» que tanto anhelaste que llegaran para marcar la diferencia sin saber que ya habían llegado. Te has pasado la cuarta parte de tu vida haciendo campaña para ocupar el mismo sillón que alguna vez ocupó tu padre y, sin embargo, has vuelto a fallar. ¿Qué pasó exactamente para que diez años se echen a perder en siete días? Algo tuviste que hacer mal. No culpes al antifujimorismo, no culpes a la «contracampaña», no culpes a la rojimia Verruca. Intentemos ser amigos sólo por esta ocasión y concluyamos por qué es que perdiste y qué es lo que deberías hacer si de verdad, así, de veritas de veritas, quieres ser la siguiente presidenta del Perú. 

Primero, un muy breve análisis. El Perú entero ha tenido la oportunidad de conocer, por así decirlo, a dos Keikos. La primera fue la candidata del 2011. Albertista acérrima, conservadora derechista más sólida que una roca. La Keiko del 2011 se encargó de convencer al electorado que se trataba de la viva imagen de su padre y que poco o nada cambiaría de aquella nefasta administración de los noventa.

¿Cómo reaccionó el país? Estuvo encantado. Muchos mostraron simpatía ante una especie de mini me de tu padre. Pese al apoyo, que incluso te llevó hasta la segunda vuelta, perdiste contra Ollanta Humala. ¿La diferencia? Al 100% de actas procesadas por la ONPE, obtuviste casi 3 puntos menos. Por aquel entonces, la única mochila por la que tuviste que rendir cuentas (aunque no lo hiciste del todo) fue la de Alberto. La matanza de Barrios Altos, la pérdida de los miles de millones y el golpe del 92 fueron, como siempre, algunos de tus principales obstáculos.

Ahora volvamos a la campaña del 2016, la que acaba de terminar. Docenas de analistas marcan como punto de inicio tu presentación en Harvard. Cuando todos (tengo que confesarlo) esperamos un Wrestlemania entre Levitsky y tú, la realidad fue completamente diferente y sorprendente. Aquellos que te vimos detrás de la pantalla pudimos observar a una mujer que tenía la apariencia de Keiko Fujimori, que hablaba como Keiko Fujimori pero que no podía ser Keiko Fujimori. ¿A favor de la Unión Civil? ¿Dejar fuera de juego a los fantasmas de la ópera del fujimorismo, Chávez, Aguinaga, Cuculiza y Salgado? ¿Afirmar que el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) fue positivo para el país? Muchos parpadeamos varias veces porque temíamos que estar equivocados. Esa mujer tan caviar no podía ser Keiko Fujimori.

Me la creí. Todos se la creyeron. Muchos antifujimoristas dejaron caer sus lanzas y sus escudos pensando que, a diferencia de otros tiempos, esta vez no tendrían que dar batalla. Sin embargo, luego de semanas en silencio todo se comenzó a desmoronar. Es aquí, coincidentemente, que ofrezco una posibilidad de resurrección: decir la verdad.

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No es tan complicado.

Tienes que aceptar que el origen de la plata de tus estudios es turbio

¿En serio? ¿Siete versiones y teorías de cómo se pagaron tus estudios? Te cuento algo: ninguna es creíble. Un amigo le prestó la plata a tu papá, luego fueron los ahorros de tus abuelos, luego fue por la venta de una casa. ¡Incluso llegamos a escuchar una teoría que decía que la plata te la ganaste en un casino! Vamos, Keiko, ponte una mano en el corazón y otra en el bolsillo. La plata te la daba Montesinos, era plata cochina y no hiciste nada porque no te importaba de dónde provenía. ¡Listo! ¿Ves? No es nada del otro mundo. Ya si quieres hacer catarsis, puedes agregar que debido a tu juventud y a la costumbre de recibir plata sin preguntar, estuviste así durante años. Sospechabas que algo no andaba bien pero tu comodidad era más importante. Sorry, no lo volveré a hacer. Créeme que una disculpa vale más que la versión más hollywoodense, con ninjas y agentes secretos, de cómo se financiaron estos estudios. Para mí, que soy más anti que la Cisneros, es un avance.

Tienes que admitir que faltaste al Congreso por otros motivos ajenos a la maternidad

No pues, Keiko. ¿Cómo vas a decir que fue por tus dos hijas? Está bien que estemos últimos en los rankings de matemáticas, pero no es para tanto. Has justificado la mitad de tus ausencias, falta la otra mitad. «Pueblo peruano, falté porque tenía cosas que hacer en mi casa, porque estaba estresada, porque me fui a Chaclacayo con Mark porque teníamos problemas de pareja». Hay tantas cosas que puedes decir en lugar de victimizarte. ¿Encima le dices a Kuczynski que le quiere quitar los derechos de maternidad a las mujeres? ¿Sabes a qué me hizo recordar este incidente? Una vez fui a un restaurante y en la mesa de al lado había una mujer que no quería pagar la cuenta «porque su comida había estado fría». Ya se había comido todo, no había ni un arroz en el plato, pero insistía en no pagar y peor aún invitaba al resto de personas a no pagar. Si algún asesor te recomendó hacer esta jugada, despídelo. Por Twitter nomás, como ya estás acostumbrada.

Tienes un montón de preguntas que responder y mejor si es con la verdad

¿Qué tienes que ver con el papelón del audio trucho de Chlimper? ¿Por qué no sacaste inmediatamente a Joaquín Ramírez luego del roche con la DEA? ¿De verdad piensas que te creímos cuando dijiste que «tú no sabías nada del patrimonio de Ramírez»? ¿Por qué permites que tu padre siga interviniendo en el partido? ¿Qué hacías en el matrimonio de la hija de Olluquito? ¿De verdad no sabías que tus hermanos, dueños de Limasa, tenían esa deudaza con un anciano al que no quieren pagarle la renta? ¿Cómo compró Mark los terrenos en efectivo? Me quedo corto, pero son algunas que vienen a mi mente mientras escribo. Sé que son más, muchísimas más.

Tienes que aprender a pronunciar la palabra de-li-to

Alguna vez, durante el cumpleaños de un buen amigo, ya bastante pasado de copas, decidí mezclar una botella de Jaggermeister con Kola Inglesa. ¿El resultado? No recuerdo, quedé totalmente inconsciente. Sin embargo, debido a mi estado anímico durante los siguientes días, imagino que no fue una buena idea. Eso es un error, Keiko. Mezclar Jagger con gaseosa es un error, mandar a secuestrar a Gorriti es un delito. Fumar Pall Mall es un error, cometer crímenes de lesa humanidad es un delito. De-li-to. Empezar a llamar a las cosas por su nombre y su real dimensión es un enorme paso hacia adelante.

Tienes que pasarle un antivirus a tu partido

Cecilia Chacón, como bien señala Marco en su calumnia de viernes, es la niña símbolo de la impunidad. Keiko, todos sabemos que tiene más roches que el papá de Will Smith en el Príncipe de Bel Air. ¿Qué hiciste? Le diste el número 1 y de Lima. Ya pues, no te pases. Es como andar por las calles con un cartelito que diga «patéame» en la espalda y luego te preguntes por qué un tipo te dio un puntapié. Pero Marco se quedó corto con los niños símbolo y es aquí cuando decido ser su coautor: Cecilia no es la única niña símbolo, hay más. Héctor Becerril es el niño símbolo de la poca sapiencia y poco tino del fujimorismo a la hora de hacer sus listas, Alejandro Aguinaga es el símbolo de que aún no cortas totalmente con la historia de tu padre (es su médico y de cabecera), Martha Chavez es la niña símbolo de lado más medieval de Fuerza Popular. De Joaquín Ramírez, José Chlimper, Ana Hertz de Vega, Pier Figari, tu círculo más intimo mejor no decir nada. Tú ya sabes que andar con ellos es como andar con los raperos de Cypress Hill por las calles de New York; la policía te va a tener entre ceja y ceja.

Estos son algunos consejitos, cuando piense en más te daré más. Te pido el Ministerio de YouTube a cambio, obvio.