El Diario de Curwen , noticias Martes, 1 septiembre 2015

Pido disculpas públicas en nombre del hijo de Cenaida Uribe

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Cuidadito nomás. Foto: Perú 21

 

En la madrugada del domingo pasado, ocurrió un incidente en el grifo Repsol, ubicado en el cruce de Reducto con 28 de julio, en Miraflores. ¿Qué paso? Un muchacho, en estado de embriaguez, golpeó a un efectivo policial. Según Perú 21, el joven habría intentado comprar cigarros a las cinco de la mañana. La vendedora del local, al verlo en estado etílico (y bastante joven también), se negó a venderle el producto y llamó a la policía.

Hasta aquí una pausa. Todas aquellas personas que, alguna vez, hemos intentado comprar licor y/o tabaco en algún grifo después de las dos de la mañana, sabemos que la gente que atiende se va a negar a hacerlo. Esto es normal, esto es común, esto sucede en muchos distritos «pudientes y no pudientes». A menos que tengas un vecino que venda alcohol de manera no-muy-legal-que-digamos (tranquilo señor Pinguino, no me refiero a usted) después del último sorbo de ron, la fiesta se termina. 

Pero, ¿Qué paso con el muchachito del grifo de Miraflores? ¿Entendió que existen límites en los horarios de venta de estos productos? ¿Logró comportarse adecuadamente en una sociedad que cada vez se descascara por la falta de sentido común? Para nada. Al ser «invitado a retirarse», le propinó dos golpes en la cara al efectivo policial. Esto hizo que otros policías intervengan en el acto y el individuo sea reducido.

El efectivo policial habló con la prensa y dio declaraciones bastante interesantes. Al parecer, el jovencito amenazaba con que su mamá iba a llegar con su staff de abogados (?) y que, bueno, no va a pasar nada. ¿Quién era la madre de este valiente joven? La congresista Cenaida Uribe. Sí, la congresista que llamó «cuadriculada babosa» a una suboficial de tercera en el 2009, la congresista que amenazó y amedrentó al director del colegio Alfonso Ugarte por no poner los banners publicitarios de su empresa favorita, la congresista que no ha dicho nada respecto a este bochornoso y lamentable incidente.

Mucha gente ha mostrado su indignación por este caso; a nadie le gusta ver cómo un matoncito prepotente golpea y amenaza con llamar a su mamá congresista a un policía. Cualquier ciudadano de a pie sabe en los problemas que podría meterse al lanzarse cobardemente (ya que fue por la espalda) sobre un efectivo policial. ¿Se imaginan lo que hubiera pasado si el pequeño Mohamed Alí de Divercity hubiese hecho lo mismo en Estados Unidos? Yo sí, probablemente ya estaría arrestado o muerto.

Pero esto no sucede en Perú, pues, aquí todo es chévere. ¡¿Ah no lo crees?! El hijo de la congresista ya fue liberado por la fiscalía. ¿No te digo? No pasa nada, hermanito. En lugar de ser procesado como lo sería cualquier ciudadano sin contáctos en el congreso, el muchacho ya está en su casa. Posiblemente esté jugando playstation y contándole a sus amigos por Whatsapp cómo vivió esta increíble experiencia que ahora, lo ha vuelto todo un chico malo, hasta James Dean se intimidaría con su presencia.

Ya que la congresista no dice nada, ya que el tema ha quedado como un simple chonguito que no merece llamar la atención, lo tendré que hacer yo. A nombre de toda mi generación pulpiniana, pido disculpas en nombre del hijo de la congresista. No fue su intención, no fue su culpa, así lo criaron. Seguramente la única medida de prevención que se le haya inculcado a esta joven promesa haya sido la de llamar a su mamá ante cualquier problema. ¿No te dejan entrar a tu fiesta mi amor?, me llamas. ¿El policía te detuvo?, me llamas. ¿Le pegaste a tu mujer estando borracho?, me llamas. ¿Mataste a tu esposa a golpes y no sabes qué hacer con el cadáver?, me llamas. Todo se resuelve con una llamada.

No todos somos así, existen jóvenes responsables y dedicados a buenas acciones en nuestra sociedad. Sería injusto meter a todos en el mismo saco. Conozco muchachos que, a cambio de nada, son voluntarios animalistas y se dedican al rescate de animales callejeros. Conozco a un grupo de estudiantes que, sin el apoyo de nadie, juntan ropa durante todo el año para regalársela a los que menos tienen en navidad. En serio, por inverosímil que suene, aún hay gente que se dedica a hacer el bien. Imagínense lo que lograrían si tuvieran contactos en el gobierno.