El Diario de Curwen Lunes, 10 agosto 2015

¡Cipriani no ha copiado a nadie! Y aquí lo puedo demostrar.

Estimados lectores de Utero.pe:

El día de ayer, pude leer detenidamente la pusilánime acusación que sugiere que nuestro excelentísimo cardenal Juan Luis Cipriani ha plagiado las escrituras de Benedicto XVI. Así también, me di el trabajo de comparar tanto el “Communio” de Joseph Ratzinger junto con su columna dominical “Sentido primaveral de nuestra historia” y tengo que afirmar que, después de un profundo análisis, llegué a la conclusión que todo no es más que una vil acusación, una falsa denuncia que no sólo mancilla la honra y la prosa de nuestro representante eclesiástico, sino que desvía el mensaje condensado en cada letra dominical de nuestro cardenal.

Y esto no solo queda en pruebas, traigo conmigo evidencias fehacientes que pondrán a la luz la hidalga pluma manejada por nuestro Cardenal, la exquisita prosa guiada por la santa muñeca de nuestro representante de Dios. Es por ello que hago de conocimiento público, esta otra publicación, en la que podemos ver claramente que él si sabe escribir. ( Y tú te puedes ir al carajo con tu Odiseo, Homero). Esta columna dominical se titula «La Unión Civil de las Abejas» por Juan Luis Cipriani Thorne.

Sin título

Sublime maestro, su-bli.me.

 

¿Ven? ¿¡VEN!? Con esto ya no pueden decir nada, no queda posibilidad alguna de levantar falsos testimonios referentes  a la originalidad editorial de nuestro Cardenal. Porque leyendo esta columna somos testigos de tan fructífera literatura. Por ningún motivo encontraran ni dos palabras consecutivas en Google. 

Por eso, hoy hemos venido aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En cierto sentido, hemos venido a la capital de nuestro país, a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y de la Declaración de Independencia, firmaron un pagaré del que todo estadounidense habría de ser heredero. Este documento era la promesa de que a todos los hombres, les serían garantizados los inalienables derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.

(Bueno, eso me lo copié de Martin Luther King).